Era un día muy nublado a finales de invierno.
-Me temo que no voy a poder ir al puerto con los amigos -dijo mirando al cielo-. Aunque ahora no llueve seguro que dentro de n rato va a caer una buena...
-No creas. Por mí puedes ir siempre que vuelvas antes de las ocho y media, ya sabes. Además, creo que no lloverá. Solo es niebla.
-Pues si tu lo dices, abuelita, te creeré. ¡Caramelito, podemos ir a pasear al puerto! -el perro dio saltos de alegría por la buena noticia de su ama.
Eran las cuatro y cuarto cuando Sara puso el perro encima de la cestita que llevaba en su bicicleta. Melito movía mucho el rabo: era señal de que estaba muy contento por ir a pasear con su ama. Casi todas las tardes iban a jugar y a correr al puerto. Allí estaban los compañeros de clase de Sara.
La niña separó los pies de los pedales cuando iba cuesta abajo, hacia el puerto.
El puerto era el lugar favorito de todos los niños. Todas las tardes de primavera iban a jugar al parque. Estaba al norte del puerto. Llevaba aquel lugar tanto tiempo siendo su punto de encuentro, que era como una segunda casa. Hasta habían construído una cabaña entre las rocas. El muro norte, que protegía a los barcos del fuerte oleaje, estaba pintado por los alumnos de todos los colegios cercanos, de color azul y verde. El muro oeste, en cambio, quedó de color gris, del cemento. Aquella era una zona peligrosa, ya que las olas rompían con tanta fuerza que ascendían un par de metros por encima del muro.
Sara llegó al parque, pero no había nadie. Decidió dar una vuelta por el paseo, por si estaban en la playa o en la fuente, pero ambos lugares estaban vacíos. Sara nunca viera el puerto tan vacío. Los marineros estaban recogiendo los barcos. Sara escuchó la conversación entre dos viejos lobos de mar:
-¡Ay! La gente se preocupa demasiado. Las previsiones del tiempo anuncian una graaaan tormenta, pero me parece que no va a ser tanta cosa como dicen.
-¡Ya! Que tormenta ni que caracolas...
Sara se olvidara del perro, y ahora estaba chillando como un pájaro.
-¡Caramelito, lo siento! Me olvidara de ti... -Dijo Sara, abriendo la cestita y cogiendo al perro.
2 comentarios:
¡Genial Iria! Ya tienes una seguidora más.
Un biquiño.
Carmen (Math)
Gracias, Carmen! :)
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