miércoles, 5 de enero de 2011

Era una niña. Envuelta en sus sueños, perdida en el amor.
Nadie le dijo cómo, ni cuándo, pero ella fue. Fue y se lo encontró, de narices. Se tropezó con él. Luego se rió, y más tarde lloró. Y después aprendió.
Aprendió, joven corazón inocente, a vivir, a enamorarse, a equivocarse, a aprender de los errores.

4 comentarios:

Madison N.Cheshire dijo...

Una lección que mucha gente no aprende en años. ¡Precioso! Un beso, bonita.

Iria Cadilla Martínez dijo...

Ya... Para este me he inspirado en Perdona si te llamo amor, de Federico Moccia.
Muchas gracias!

Anónimo dijo...

Hoy por la mañana me hablaron me ti y aqui me tienes, solo puedo felicitarte y desearte que sigas así...
Todo lo que escribes es precioso y está lleno de sentimiento. Un besazo!!!!!!!!
Te seguiré leyendo

Iria Cadilla Martínez dijo...

Muchas gracias, de verdad (: