miércoles, 15 de agosto de 2012



Sueño. E imagino. Imagino un tú y un yo tumbados sobre el césped. El cielo está oscuro, pues todavía no ha amanecido. Imagino unas montañas tras las que se esconde el sol, y por las que se asoma unas horas de amistad después. Yo te quiero, y tú me quieres, pero somos cobardes. Y es el sol quien nos da fuerza, y confesamos nuestro amor. Y te amanezco mientras el sol comienza a iluminar nuestro nido, nuestro pequeño nido. Yo te protejo, y tú me proteges, y no existe nada ni nadie que pueda separarnos. Y te amanezco una y otra vez, de noche y de día, sin miedo. Porque el sol nos ha dado esa fuerza, esa valentía, ese soplo de seguridad que faltaba en nuestros corazones y en nuestros labios. Y no existe nada ni nadie que pueda cambiarlo.
(ni siquiera la noche lo conseguirá)

sábado, 3 de marzo de 2012

Rabia que se alimentaba con amor no correspondido.
Rabia que fluía por las venas a doscientos por hora.
Rabia que a veces se escondía detrás de la palabra tristeza. O delante.
Rabia que con un poco de alcohol (o sin él) se transformaba en puñetazos y patadas los sábados por la noche.
Rabia que llegaba acompañada de la Envidia.
Rabia que se volatilizaba al sentir su calor en tu piel.
Rabia.


(Rabia, ésa que tengo yo por no hacer nada productivo durante un mes. No me odiéis demasiado por haber subido esta cosa. Gracias.)

jueves, 2 de febrero de 2012

-¿Era esto lo que querías? ¿Era esto, Tom? Trocitos de corazones rotos pintados sobre papel y noches mágicas que no volverán a suceder. No firmamos un contrato, pero yo creía que nuestro amor sería eterno. Una historia demasiado bonita para ser cierta, ¿no? 
Risa irónica.
-Pues no te preocupes, aquí llega nuestro punto final. Y tenías razón, soy soñadora en exceso y espero demasiado de la gente.
Pausa.
-Ya he recogido todas mis cosas y ya estoy de camino a un lugar en el que me quieren de verdad. Borra mi número de la agenda y quema nuestras fotos de aquel fotomatón del metro. Y esa libreta con nuestros planes de futuro, ¿la recuerdas? Quémala también, por favor. Yo desapareceré de tu vida, lo prometo. No volverás a verme. Me evadiré de tus sueños y de tus pensamientos. Jamás volveré a ser parte de tu rutina. Porque, por mucho que lo intentemos, jamás volverá a ser lo mismo. Hasta nunca, Tom. Espero que la vida te trate tan mal como tú me has tratado a mí.
Botón rojo. Suspiro.