lunes, 24 de enero de 2011

miércoles, 5 de enero de 2011

Niña

Sigo siendo esa niña que se roba con una mirada, un caramelo o unas palabras. Sigo siendo esa niña tan inocente que antes era, esa que se sorprende con cada novedad que descubre. Esa que adora el olor de los libros antiguos y el olor de la lluvia sobre el asfalto. Esa que se relame los labios tras bucear por las aguas del Atlántico.

Un hasta luego a Fairy Oak

Nadie dijo que los acontecimientos tristes fueran fáciles de asimilar, y si alguien lo dijera, estaría muy equivocado. Saber que algo que ha formado parte de tu vida, se termine para siempre no es tan sencillo. Y quizás solo sean palabras, pero son palabras escogidas y colocadas en su lugar exacto para hacerte sonreír, para dejarte con la intriga o para hacerte soltar alguna lágrima. Quizás soy yo la única que entra en cada libro que lee, y que ríe y llora con los personajes.
Fueron muchos años con ellas. Pervinca, Vainilla y Felí.
Ahora toca decir adiós, y tras tanto tiempo siguiéndolas, no creo que sea fácil despedirme. Por supuesto, siempre puedo volver a leer una y otra vez los libros, pero no será lo mismo, porque cuando acabe uno, no estaré esperando como una loca a que salga el siguiente.
Tengo en mis manos el último tomo de esta gran aventura que ha durado cinco años, desde aquel once de junio de 2006. El último libro, el que despide esta historia.
"El Secreto de las Gemelas", "El Encanto de la Oscuridad", "El Poder de la Luz", "El Capitán Grisam y el Amor", "Los Hechiceros Días de Shirley", "Flox de los Colores" y "Adiós, Fairy Oak".
Estas más de 2.450 páginas me han llevado a un reino mágico, y serán inolvidables porque me han acompañado durante los días más felices y más tristes de mi vida.
Por último, y aunque sea inútil que lo haga, quiero agradecer a Elisabetta Gnone su existencia, sus historias y sus palabras.


Nubes sacadas de un lienzo de algún pintor famoso...

Esa cosa llamada felicidad

¿Por qué todo el mundo se empeña en ser feliz? No es necesario para vivir. Y mejor, porque, si lo fuera, quedarían tres o cuatro en este mundo. Y, de todas formas, ¿tan importante es? Ni que vivir ya fuera algo realmente importante y valioso...
¿Y qué hay después de la felicidad? ¿Se esconde algo? No sé, quizás un estado de tranquilidad. O, a lo mejor, un duendecillo verde que nos invita a tomar un café en su casa. O, yo que sé, un cangrejo azul que estaría muy bueno a la plancha.
No lo sé, ni me importa. Porque no es eso lo que busco.
Era una niña. Envuelta en sus sueños, perdida en el amor.
Nadie le dijo cómo, ni cuándo, pero ella fue. Fue y se lo encontró, de narices. Se tropezó con él. Luego se rió, y más tarde lloró. Y después aprendió.
Aprendió, joven corazón inocente, a vivir, a enamorarse, a equivocarse, a aprender de los errores.

Lluvia



Tiramos bolsos, chaquetas, paraguas y demás al suelo, en un rincón de la calle, y empezamos a correr. Como dos niñas pequeñas. De la mano. Por las callejuelas más oscuras, con la lluvia cayéndonos por la cara y por el pelo. Y luego metimos los pies en un charco y nos empezamos a reír.
Olor a caramelo. Caramelo de frambuesa. Caramelo que trae recuerdos. Recuerdos a risas inocentes, a carreras por la playa, a niños. A colores, a olas esquivadas, a piedrecillas lanzadas al mar y a castillos de arena. A nubes de verano, a flores tomando el sol.
Dulce caramelo de verano y frambuesa.
Olores, momentos, imágenes, sabores, experiencias, sonidos, descubrimientos. Recuerdos.