“¿Se puede llegar a querer tanto a una persona como para “olvidar” quince años?
Con el tiempo, he aprendido que sí.”
Nuestros años de amistad pasaron en seguida. Al principio, ni siquiera se podía definir amistad la nuestra.
Después, comenzaron los ensayos de guitarra; tocábamos juntos y hablábamos demasiado. Llegó el día en el que nos besamos. Mi Slammer y 15 años nos separaban.
Tras esta época de verano y felicidad, llegó otra en la que nos alejamos. Estudiaba 3º de ESO mientras él se las arreglaba para aprobar derecho.
Los dos le daban demasiada importancia al tema de la edad, pero acabaron dándose cuenta de que lo que importaba realmente.
Compartían gustos; a menudo, escuchaban música juntos o iban a pasear cerca del río.
Ella, a su corta edad, hablaba como un adulto, y él la oía encantado.
Ana tenía el pelo largo de un color castaño oscuro. Sus ojos brillaban como dos lunas verdes, y tenía la piel tan blanca como el pan.
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