Hoy, aunque casi sea un día como otro cualquiera, debéis agradecerle a vuestros padres que han estado allí, esperándoos en el hospital, mientras vosotros vivíais las primeras milésimas de segundo en este planeta. Debéis agradecerle todos esos enfados porque, como ya veréis en un futuro no tan lejano, os servirán de algo. Debéis agradecerle esas veces que se han quedado los 90 minutos del partido viéndoos jugar. Debéis agradecerle que os lleven a tantos lugares, que vayan con vosotros de compras (aunque lo detesten), que hayan ido a recogeros al instituto cuando llovía. Ese plato de comida cada día, esa habitación en la que duermes. Esa vida. Tu vida.
No puedo poner más ejemplos de las cosas que han hecho nuestros padres por nosotros porque, desgraciadamente, no conozco a todos.
No sólo os tenéis que acordar de ellos hoy porque “sea un día especial”.
No, todos, todos los días son buenos para agradecerles la existencia.
Y yo, que te conozco bien, lo he hecho de esta forma.
Te agradezco la Luna y más.