miércoles, 1 de junio de 2011

Marta no es como las demás. No le gusta hablar de chicos en el instituto, ni mandar notitas en clase a sus amigas.
Marta es ella, igual en todas partes. Respira el mismo aire en cada uno de los ocho planetas del Sistema Solar.
Marta revolucionó Torrevieja con su sonrisa de gato, con su forma de ponerse el pelo detrás de la oreja. Marta engatusa con la mirada, con sus palabras de hada.
Marta se podría pasar días, meses y años viendo cómo caen las hojas de las melias, observando cómo las nubes se crean, evolucionan y se deshacen en aguaceros. Le encantaría fotografiar cada centímetro cuadrado del Planeta Tierra aunque, por desgracia, le pertenece otra vida: la de estudiante de 3º de ESO. Pero será mejor que empiece por el principio, que en este caso está a miles de kilómetros de aquí...

Marta Staruk nació en una “cálida” tarde de octubre del 1995. Creció y vivió en Kiev hasta los 14 años.
Para entonces, yo tenía 23 años y ocupaba el número 37 de la calle Atenea. Un día en el que el aire olía a Mediterráneo, un camión de mudanzas frenaba enfrente del número 35. La puerta de atrás se abrió y de ella salió, de un salto, una chica de piel de nieve y pelo de oro.